Amazônia

Por los ojos de Kelly Dias

Conocer la Amazonía fue un verdadero descubrimiento.

Siempre he sido súper urbana, temerosa de los insectos y por eso la Amazonía fue uno de los últimos destinos para explorar en Brasil.

Llegar a Manaus no me pareció tan extraño, ya que el aeropuerto está muy bien estructurado y la gente es acogedora.

Empezó mi aventura....

Nos embarcamos en el Iberostar Grand Amazon, un barco con excelente estructura, cómodas cabinas, lanchas rápidas bien equipadas y guías bien capacitados que nos acompañan en los recorridos, comida que, aunque utiliza elementos muy típicos de la región, tiene un toque internacional y un fascinante Espectáculo folclórico que se lleva a cabo a bordo por la noche.

Fue un comienzo con el pie derecho.

En el camino realizado en bote tuve la oportunidad de ver el encuentro de las aguas, el encuentro del Río Negro con el Río Solimões y visitar la finca con los legendarios delfines de rio rosados. Ya empezaba a enamorarme de las bellezas amazónicas.

Al dejar el barco me dirigí al hotel Amazon Eco Park, que está a solo 7 minutos de la ciudad en lancha rápida. Con una estructura de hotel de 3 estrellas, lo recomiendo a los viajeros que quieran tener una experiencia en la selva, sin estar completamente inmersos en el bosque.

El hotel cuenta con una hermosa playita donde bañarse al atardecer es relajante y energizante.

En este hotel tuve la experiencia más genuina! Un tour de avistamiento de caimanes realizado en una canoa de madera guiado por un habitante de la región, perteneciente a una tribu indígena, un verdadero indio que conoce los secretos de la Amazonía, de hecho, escuchar todos los sonidos de la naturaleza por la noche, fue toda una experiencia única !

Seguí mi viaje al Juma Amazon Lodge, que definitivamente fue una aventura de principio a fin. El camino para llegar al hotel ya es una verdadera inmersión, ya que el recorrido se hace por río, en una lancha rápida, luego tomamos un micro, pasando por regiones remotas y luego volvimos a tomar una lancha rápida, que nos llevo al hotel.

El recorrido realizado por esta última lancha, puedo decir que ya es un tour en sí. Al pasar por una zona de bosque más denso, cerca de las copas de los árboles, con una variedad de tonos de verde que nunca antes había visto, ya es posible ver diferentes tipos de aves, además de perezosos.

Al llegar a Juma, que está construido sobre pilotes donde se encuentra la estructura del hotel entre las copas de los árboles, me encontré en un lugar que nunca imaginé visitar. Desde el deck, hasta la puerta de la habitación, pasando por el área del restaurante y la piscina, TODOS los caminos están conectados por puentes y solo es posible salir del hotel en botes pequeños.

En este hotel tuve la experiencia más emocionante de todas, al realizar rappel hasta la cima de un Samaúma (que se encuentra entre los 5 árboles más grandes de la Amazonía) de más de 30 metros de altura!

Nunca olvidaré en mi vida la vista cuando llegué a la copa del árbol y vi el bosque como si fuera parte de él... fue realmente emocionante.

Tuve la oportunidad de realizar otros recorridos inspiradores como visitar la casa de un caboclo y ver el proceso artesanal de transformación de la yuca en harina.

Cuando me despedí de Juma, retomamos el camino entre ríos y caminos hasta la ciudad de Manaus, para continuar el traslado, ahora completamente terrestre, hasta mi siguiente parada, que fue el Anavilhanas Jungle Lodge.

El hotel es un pequeño y exclusivo oasis en la selva, en el corazón de la selva amazónica, decorado con buen gusto y totalmente mimetizado con la selva, en tierra firme y junto al río.

Con una hermosa decoración, los departamentos son amplios, bien equipados y muy cómodos, incluso puedes abrir las puertas de tu balcón, protegido por un biombo, y quedarte dentro del bosque.

La piscina infinita, con vista al Río Negro y rodeada de un frondoso bosque, es uno de los mayores atractivos. Además del deck flotante con bar, sobre las aguas del Río Negro, un restaurante con deliciosa comida regional y contemporánea, fantásticos recorridos realizados por guías, muchas veces biólogos o lugareños que crecieron allí.

Este hotel fue la “cereza del pastel” de mi apasionante visita a la Amazonía.

El recorrido más emocionante desde el hotel fue visitar los arroyos escuchando al guía explicar cómo se comunicaban los indígenas golpeando los troncos de los árboles, escuchando los “gritos” de un grupo de nutrias y finalizando el recorrido con un chapuzón en la cuenca más grande de el Parque Nacional de Anavilhanas.